miércoles, 20 de abril de 2016

¿Quién nos gobierna?

Posiblemente no exista calificativo en el diccionario para describir la situación por la que pasa la política española. De un lado, numerosos casos de corrupción, y escándalos en general, que afectan a cargos políticos de toda índole, desde ministros hasta alcaldes. También están los adversarios políticos que tienen la desfachatez de ser críticos con una situación que no sólo vive el partido vecino, sino también el suyo propio. 

Sin ánimo de detenerme demasiado en éste aspecto, porque el tema a tratar aquí es otro bien distinto, resulta cuanto menos curioso ver a unos recriminar cualquier asunto relacionado con la corrupción cuando su partido está de lleno en los juzgados, o al menos ha pasado por ellos. Fíjense si es grave la situación que ésta descripción no está pensada para amoldarla a ningún partido político concreto sino que puede asimilarse a cualquiera. ¡Incluso aquellos que todavía ni siquiera han gobernado!

Pues bien, entremos en materia. En las últimas fechas, determinados partidos se empeñan en constituir el que autodenominan gobierno del cambio. Éste gobierno estaría formado por fuerzas progresistas, que eso no es el foco de interés en éste caso ya que tanto da quien lo plantee, lo ciertamente preocupante es que pretenden gobernar un país candidaturas que han quedado segundas, terceras e incluso cuartas en las pasadas elecciones. Es de primero de Derecho, y de preescolar de la vida el que un Estado democrático como es el español propugna un valor fundamental; la democracia, la cual incluye el sufragio universal. Mediante él, los ciudadanos eligen a sus representantes. En las pasadas elecciones, los ciudadanos, sin distinción; ricos y pobres, hombres y mujeres, de todas las regiones... eligieron a una concreta formación política, el Partido Popular como fuerza más votada, es decir, con el deseo de que la candidatura presentada fuese la que gobernase el país, hasta ahí todo bien pero aparecen éstas otras formaciones que se empeñan en el gobierno del cambio. ¿Quiere realmente la ciudadanía un cambio cuando han vuelto a elegir a quienes han estado gobernando durante los anteriores cuatro años? Permítanme que les diga que no, y no es opinión, es pura objetividad al amparo de los hechos acaecidos. 

No es una cuestión de partidos, de ello de no hablaré en éstos lugares, hablo de lógica. Afortunadamente, la clase política no es dada a los acuerdos, máxime cuando se entrecruzan ideologías muy diferentes, a la vista está el bochornoso espectáculo al que asistimos cada día, pero...¿Y qué hubiese pasado de haber alcanzado un pacto de gobierno fuerzas que han quedado en segundo e incluso tercer lugar en el escrutinio de votos? ¿Dónde quedaría entonces la legitimidad de la ciudadanía para elegir a sus representantes? Porque, si gobierna una segunda o tercer fuerza ya no estaría respetándose lo elegido por la mayoría, claro está. Precisamente es curioso como fuerzas progresistas abogan por realizar prácticas poco democráticas. 

Es posible que se necesite un cambio, pero éste no debe salir de los despachos sino de las urnas.

CONTINUARÁ.

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