El paraíso. Las afortunadas. Así llaman algunos a esta tierra que habito. Y que ha visto como año tras años decenas de personas la visitaban. Quizá algunas con una amarga sensación por no haber encontrado aquí lo que les prometieron. Otros, rezagados se despiden de este rincón del Atlántico con pena e ilusión por una posible y futura vuelta.
Los que aquí residimos todo el año no tenemos ese problema. Podemos sentarnos junto al mar y contemplar como el sol se funde con el horizonte mientras algunas gaviotas apuran las últimas horas del día dejándonos una postal digna de fotografiar.
Y por supuesto no podía para acompañarlo un buen libro o una conversación en buena compañia.
Ahora mismo seguramente muchos viajeros de otros lugares estarán consultando guías de viaje o páginas web dedicadas a ello, en las que se anuncia canarias como un destino paradisíaco con infinidad de playas de arena rubia, resorts de lujo en primera línea de playa y con todos los servicios. En otras palabras, un Hawäi español que los empresarios del sector han construido, siendo una imagen muy alejada de lo que realmente es Gran Canaria.
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